Según Plinio, el vidrio se inventó por casualidad y sería debido a algunos mercaderes Fenicios que al propagar fuego sobre la arena con la ayuda de panes de nitrato con panes de potasio, advierten la formación de un líquido fluido y transparente. Los hallazgos más antiguos de vidrios coloreados con óxido de metal proceden de Egipto y se remontan al segundo milenio antes de Cristo. Esta técnica debió de propagarse con cierta rapidez, ya que en las tumbas etruscas se han encontrado varios ejemplares.
El floreciente desarrollo del arte del vidrio sufrió un largo estancamiento con motivo de la desaparición del Imperio Romano. En contraste con los pocos y pobres centros de fabricación de la Edad Media alcanzó un notable nivel Constantinopla, donde a la producción de los objetos tradicionales se añadió la de los teselas para mosaicos y las primeras vidrieras. A través de Siria, el uso del vidrio se extendió por el mundo árabe donde alcanzó una notable perfección.
En el siglo XIII Murano se convirtió en la prestigiosa isla del vidrio, cuyos productos se exportan a toda Europa. A l delicadeza y elegancia de sus manufacturas, los vidrieros venecianos añadieron una habilidad especial, la de pintura al fuego y las decoraciones en esmalte que imitan la cerámica y la platería. También Francia, entre los siglos XIV y XV produjo un tipo de vidrio especial en láminas, llamado de corona, especialmente apto para vidrieras.
¿Has notado como se ve la luz cuando se filtra a través de los vidrios de colores? ¿Como cobra un cristal vida cuando la luz brilla a través de él? ¿Ha atrapado tu mirada la luminosidad que irrradia un caleidoscopio visto a contraluz o una simple botella de vidrio de color iluminada por la luz del sol? ¿Recuerdas lo que se siemnte cuando entras a un espacio bañado por luz que penetra a través de vidrios de colores? Uno de los espectáculos más atractivos para el sentido de la vista sucede cuando la luz brillante atraviesa la transparencia coloreada de un cristal. Y es común que este espectáculo no se limite a impactar nuestros ojos, sino que también nos produzca sensaciones, generalmente, agradables.
En la antigüedad el ser humano aprendió a hacer vidrio, a partir de arena transformada por el fuego, y después pudo colorearlo añadiendo sales minerales y óxido. Durante la Edad Media lo integró a la arquitectura, con el fin de crear ambientes sobrenaturales en el interior de las iglesias. Desde entonces, los arquitectos aprendieron a manipular con luz y color el espacio interior de los edificios dedicados al culto religioso. Los vitrales o vidrieras, es decir las composiciones hechas con vidrios de colores que decoran grandes ventanales, tuvieron su gran auge entre los siglos XIII y XV en Europa.
La máxima creación del estilo gótico son las catedrales que comenzaron a construirse a lo largo de Europa. Estas catedrales se caracterizaron por su enorme altura, ligereza y luminosidad. Uno de los grandes logros de la arquitectura gótica fue que consiguió reducir el grosor de los muros de los edificios religiosos, facilitando la apertura de grandes ventanales en diferentes alturas. Así las paredes se sustituyen por vitrales (conocidas también por vidrieras) que ilustraban escenas bíblicas para cumplir dos propósitos: promover el aprendizaje religioso a través de imágenes, y creaban un ambiente que envolvía al feligrés, estimulando en él un sentimiento de mística ante la luz divina manifestada en la luminosidad.
Una de las primeras iglesias donde se colocaron vitrales fue en la de Saint-Denis, muy cerca de París. El abad Sugar promovió que las ventanas de esa iglesia se cubrieran de vitrales porque decía que la belleza que los traspasaba podía conseguir que las almas de los hombres se acercaran a la divinidad. Durante la primera mitad del siglo XIII el carácter didáctico de la vidriera medieval mantuvo el esquema de figuras de gran tamaño en los ventanales de gran tamaño, y medallones reducidos , con representaciones figurativas en las vidrieras más bajas, donde las historias se leían desde abajo hacia arriba y de derecha hacia izquierda.
Los ventanales gótricos ofrecieron a los vidrieros un campo en que desarrollar su inventiva y experimentar con las formas, algunos de carácter abstracto. Los vidrieros se convirtieron en artistas que aspiraban a crear auténticas pinturas traslúcidas, y hubo incluso algunos que firmaron sus obras. En este sentido, algunos vidrieros, especialmente en la Italia del siglo XIV introdujeron cierta perspectiva en sus paisajes y buscaron el realismo y la tridimensionalidad en la representación de las figuras.
En toda Europa hubo talleres de maestros vidrieros que pertenecieron al gremio de los pintores y desarrollaron escuelas regionales de arte vitral. La fuente principal para el estudio de los vitrales góticos es el Tratado del monje Teeófilo (siglo XIII), donde se detalla la técnica de pintura sobre vidrio y describe todas las fases de la producción, los colores, materiales, y los elementos necesarios para fabricar un vitral.
A partir del siglo XIV cobrarán cada vez mayor importancia los vitrales financiados por civiles, como la nueva burguesía, los ricos comerciantes, etc. Estos donantes, junto a la monarquía y al cleroperseguían la gloria divina mediante el encargo de vitrales para iglesias y catedrales.
Durante todo el siglo XIII la influencia francesa, especialmente de la Escuela de Chartres se dejó sentir en Europa. La Catedral de Chartres posee algunos de los trabajos más originales . Los nobles y prelados costearon varias de las 176 vidrieras, y la casa real hizo donación de un rosetón de 10 metros de diámetro, conocido como La Rosa de Francia. Muchos vitrales fueron donados por los mercaderes y artesanos de Chartres: los peleteros (la vidriera de Carlomagno), los zapateros (la del Buen Samaritano), los panaderos e incluso aquellos que acarreaban el agua. Los símbolos de estos gremios quedaron plasmados en ellos.
En Chartres sus ventanales y esculturas ofrecen casi 10.000 figuras. En estas imágenes se representa desde lo más sagrado hasta la vida cotidiana, representada por gente trabajando. El arte de la fabricación de vitrales cayó en el Renacimiento, volviendo a resurgir en el siglo XIX.
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