miércoles, 13 de mayo de 2015

Avenida de Mayo, columna vertebral de Buenos Aires

Café Tortoni, situado en la Avenida de Mayo 825, verdadero emblema de la ciudad: Mesa que utilizaban Jorge Luis Borges y Carlos Gardel, entre otros ilustres exponentes de la cultura porteña


La Avenida de Mayo, situado en el barrio porteño de Monserrat, fue el primer bulevard que tuvo la Ciudad de Buenos Aires y la columna vertebral del centro histórico y cívico de dicha urbe. Nació opulenta y majestuosa y se transformó, con el tiempo, en símbolo de las relaciones argentino-españolas y el escenario de todas las manifestaciones sociales porteñas. Fue la primera avenida de la República y de toda Sudamérica.

Se inauguró oficialmente el 9 de julio de 1894, con el pretexto que sirviese de pulmón de la población que se concentraba dentro del sector central de la urbe y fuera. además, la vidriera de presentación de la ciudad al mundo. 

Su planeamiento fue muy debatido y resistido pues requirió la expropiación y demolición de construcciones pertenecientes a la alta sociedad, además de considerarse sumamente costoso. Su realización se inspiró en los bulevares de París, pero la caudalosa vertiente inmigratoria española tipificó su carácter hispánico al poblarse de teatros de zarzuelas, cafés similares a los de Madrid, ateneos, asociaciones literarias y peñas formadas por ellos, influyendo en su arquitectura, razón por la cual se la suele comparar con la Gran Vía madrileña.

Se convirtió en el grandioso escenario de la vida pública de principios del siglo XX y los frentes de sus sofisticados edificios de estilo art nouveau, neoclásico y ecléctico, constituyeron el magnífico marco de recepción de los ilustres visitantes extranjeros. Es, tal vez, el mejor ejemplo urbano de la prosperidad de la Argentina de principios del siglo XX: debajo de ella circula el primer subterráneo (metro) que hubo en el Hemisferio Sur. 

La ciudad de Buenos Aires inició un importante desarrollo a partir de 1880, año en que fue designada capital de la Nación Argentina, siendo intendente de la ciudad Torcuato de Alvear.


Palacio Vera, máximo exponente del art nouveau en Buenos Aires


El impulso generado por las obras portuarias y los ferrocarriles incrementaron el comercio, la inversión y la inmigración que se centró en la urbe. Los políticos y literarios conocidos por el nombre de Generación del 80 rindieron culto al progreso y trabajaron estrechamente con inversiones extranjeras, buscando transformar la gran aldea en una ciudad moderna y avanzada. Imitando las ideas europeas imperiantes del momento, consideraron que amplios bulevares contribuirían a lograrlo.

Alvear buscaba hacer más atractivas las calles del centro de la ciudad y con ese objetivo, en febrero de 1882 se dirigió al Ministro de Interior de la Nación para pedirle que se declarara de utilidad pública y se permitiera la expropiación de las manzanas comprendidas entre las plazas de la Victoria (actual Plaza de Mayo) y Plaza Lorena y entre las calles Rivadavia y Victoria (hoy en día, Hipólito Yrigoyen) en los sectores que fueran necesarios para la apertura de una avrnida. La construcción de la avenida presentó un gran desafío para las autoridades de la época. Previamente se la conoció por el nombre de Avenida de los Pleitos.

El 25 de mayo de 1888 se inició la destrucción de los edificios públicos más antiguos, todos ellos situados sobre la Plaza de Mayo: la Casa de la Policía, los tres arcos del lado norte del Cabildo, el Cuartel de Bomberos y se expropiaron 13 manzanas para lograr su ensanchamiento. Sin embargo, la totalidad de la trayectoria se completaría recién en septiembre de 1894. El costo resultó ser de 14 millones de pesos, a pesar de que de los 115 inmuebles afectados, 85 fueron cedidos por sus propietarios a cambio de la exoneración de impuestos.

La avenida tuvo, desde su inaguración, 30 metros de ancho, compuesta por veredas de 6,5 metros  y calzadas de 17 metros, mientras que la altura de los edificios se fijó entre 20 y 24 metros, sin contar los techos de mansarda. 

Copiando las ideas de París, tenían en algunas esquinas sótanos donde se guardaban los instrumentos de limpieza y a ambos lados sendos túneles (que aun existen, aunque hoy en día están en desuso) a un metro y medio por debajo de la línea de edificación, que transportaban las cañerías de agua corriente, gas y cables. Desde 1893 a 1923 funcionaron, imitando a Londres, minigitorios debajo de la avenida, en las esquinas y en el centro de la calzada. 

Para la iluminación se utilizaron lámparas a gas sobre columnas de bronce que se completaban con alumbrado eléctrico instalado en cada cuadra sobre tres refugios ovalados colocados sobre el centro de la calzada. 



"London City" (Perú y Avenida de Mayo), café notable de Buenos Aires. Fue en este lugar que Julio Cortázar escribió su novela "Los Premios"


En París, la estricta regularidad de sus calles siguiendo el estilo hausmaniano, con construcciones estándar y simétricas terminó aburriendo a sus ciudadanos y pasó rápidamente de moda, obligando en 1882 a modificar las normas de edificación. Pero en la Avenida de Mayo varios de aquellos preceptos se perdieron en parte por influencia de la propiedad en manos de particulares y de los arquitectos que proyectaron obras con reglas más flexibles lo que convirtió a la arteria en un mosaico de estilos, pero manteniendo algunos lineamientos, como por ejemplo, la continuidad de los balcones, lo que permitió una expresión menos rigurosa. 

Aunque se impusieron normas para uniformar las características de los edificios, la fragmentación de los terrenos ayudó a la aparición de casos singulares Un ejemplo de como la diversidad de las construcciones no impidió una realización coherente del conjunto, puede aun hoy observarse en la acera norte del primer tramo de la avenida: allí se levantan el ex Palacio de Gobierno (hoy en día éste se encuentra en la zona sur de la ciudad. Se trata de un imponente edificio sustentable realizado por Norman Foster), construido entre 1891 y 1902, basado en un proyecto del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, de impromta itálica y mansarda afrancesada, el suntuoso edificio que ocupaba el diario La Prensa, de estilo neobarroco, realizado por Carlos Agote y Alberto Gainza (hoy sede de la Casa de la Cultura, lo que fue la sucursal de la tienda Garth & Chaves, cuya cúpula remite al academicismo, pero el resto de su fachada fue tendiendo a una oposición al mismo, con mucho uso del vidrio, y ornamentos aplicados, en gran parte desaparecidos. 

A esta ecléctica producción se le añadiría entre finales del siglo XIX y principios del XX la vertiente art nouveau que, sin embargo, no destruyó la armonía del conjunto. Así las figuras oníricas, las sirenas, los ángeles, las flores, los firuletes de hierro y de mampostería, se esparcieron por los balcones, las fachadas, los portones, los techos de pizarra, las cúpulas suntuosas, como en París, Barcelona y Madrid, mezclados con elementos de los estilos Luis XIII y Luis XIV, y ornamentación de carácter italiano incluidas por algunos arquitectos. 

Los primeros edificios construidos fueron principalmente hoteles que anteriormente se hallaban en la zona portuaria. Varios de ellos eran de lujo, destinados a captar a los extranjeros que venían por motivos de negocios. El Metropole poseía comodidades que no contaban ni siquiera los mejores establecimientos europeos. El Majestic se inauguró en mayo de 1910, era de una aseguradora, pero se remodeló como hotel para recibir a las delegaciones extranjeras El proyecto original fue de los arquitectos Collivadino y Benedetti.

Otro hotel muy lujoso fue el Gran Hotel España, creado en 1897 que contaba con 315 habitaciones. El Hotel Castelar, aun existente, fue construido en 1928 por el arquitecto Mario Palanti, en estilo académico. En su subsuelo funcionaba la peña Signo, importante lugar de reunión de la intlectualidad argentina y del extranjero, contando entre sus concurrentes a renombrados artistas como Alfonsina Storni, Norah Lange, Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Jorge Luis Borges y Federico García Lorca, quien habitó seis meses , entre 1933 y 1934, en la habitación 704 del hotel, hoy museo-habitación, y había venido al país para representar Bodas de Sangre. En el mismo subsuelo funcionaban los estudios de Radio Stenton, utilizados por la Sociedad de Amigos del Arte, como comunicadores de las actividades culturales que se realizaban principalmente en la Avenida de Mayo. 




Teatro Avenida, Sala Principal (Avenida de Mayo 1222)

Surgieron en la avenida numerosos cafés a la española que incluso preparaban el clásico chocolate con churros. En ellos, artistas, escritores y políticos crearon un refugio de intelectuales, a la vez que los refugiados franquistas y republicanos discutieron o pelearon violentamente mientras duró la Guerra Civil Española. 

El más antiguo y destacado fue el café más antiguo de Buenos Aires que aun sigue funcionando: el Café Tortoni, inaugurado en 1858, y que funcionó desde 1888 en el sitio actual. Recién en 1898 se le construyó la entrada principal en la Avenida de Mayo N° 825 - 833. Fue el primer bar en colocar sillas y mesas en la vereda. 

En él funcionaba la peña Agrupación Gente de Artes y Letras inaugurado en 1926, capitaneado por el pintor Benito Quinquela Martín. Entre sus asistentes se encontraban Alfonsina Storni, Baldomero Fernández Moreno, Juana de de Ibarbourou, Arturo Rubinstein, José Ortega y Gasset, Jorge Luis Borges y Molina Campos. Sus mesas vieron pasar figuras de la política como Lisandro de la Torre, Ernesto Palacios y Marcelo Torcuato de Alvear, populares como Carlos Gardel y Juan Manuel Fangio, o de prestigio internacional como Albert Einstein y Federico García Lorca. 

Parece ser que los mejores chocolates con churros se servían en La Armonía, fundado en 1899 y conocido también con el nombre de Café Los Cómicos, pues allí se hacían presentes muchos actores salidos de los teatros de la zona. Se encontraba en Avenida de Mayo al 1002 y su esplendor lo tuvo en 1910.

La Castellana era un café al que a principios del siglo XX podía concurrir toda la familia (en esa época se veía como impropio que una mujer concurriera a un café). En ese local se inatalaría luego una recordada joyería. A finales del siglo anterior fue un lugar de peleas entre porteños y españoles que seguían día a día la lucha por la independencia cubana. 




Fuente decorativa (cruce en Avenida de Mayo y Avenida 9 de Julio)


Antes de que se construyese la arteria, los españoles inmigraban a la Argentina por ser un país de constumbres y tradiciones similares al de ellos. El grupo de elite española ocupó un lugar importante dentro del espacio social entre fines del siglo XIX y principios del XX en coincidencia con el crecimiento económico argentino de aquel entonces y con el fuerte afianzamiento de las relaciones internacionales de ambos países que se habían roto después de la guerra de Independencia Argentina.

Entre 1895 y 1914 los barrios aledaños de la Avenida concentraban más del 50% de los españoles de la ciudad. Entre 1904 y 1909 se afincaron en la Argentina más de 170.000 españoles.

Previa a la inauguración de la Avenida existían en su entorno asociaciones de españoles. También la prensa escrita de los inmigrantes se hacía presente con publicaciones como El Correo Español, La España y Almanaque Sudamericano. Al abrirse la arteria se convirtió en la preferida de la colectividad española y la mayoría de los hoteles, cafés y casas comerciales fueron propiedad de los ibéricos. La zarzuela se estableció en ella, al establecerse los teatros Mayo en 1893 y el Avenida en 1908. El primero tenía la particularidad de que por lo angosto del terreno sobre el frente sobre la calle Rivadavia se abrían las ventanas de los camarines por no haber sido posibles construirlos en la planta baja. Inaugurado por el actor español Mariano Galé, brindó sainetes, operetas y zarzuelas, además de obras de comediantes argentinos. Fue derribado al abrirse la Avenida 9 de Julio.

En cuanto al Teatro Avenida, que supo ser refugio de la colectividad hispana, se levantava desde 1908 en un extraordinario edificio que se incendió en 1979, reconstruyéndose luego uno más pequeño en 1994. El día de su reinauguración se pudo escuchar cantar al tenor español Plácido Domingo. 

De esa manera, la avenida pensada para la clase aristocrática argentina se fue diluyendo por la españolización provocada por quienes llegaban llenos de optimismo buscando aportar su esfuerzo al país y progresar socialmente. 



Puerta del Edificio La Prensa, actual Casa de la Cultura


El enorme optimismo en el progreso del país que existía en las primeras décadas del siglo XX se vio minado por las crisis económicas y políticas que se sucedieron a partir de 1930. Por otra parte, la introducción del racionalismo en la arquitectura de Buenos Aires, carente de toda ornamentación, dejó fuera de moda a la gracia del art nouveau que dominaba la avenida.

Los edificios que la engalanaban fueron dejándose de utilizar para la función que habían sido construidas. Así los fabulosos hoteles privados pensados para los adinerados extranjeros europeos cambiaron su clientela a la de los argentinos venidos del interior del país. Varios cafés cerraron y las cedes de los periódicos fueron demolidos, abandonados, o, en el mejor de los casos, utilizados para otras tareas. 

El trazado de la Avenida 9 de Julio, extendida desde la calle Mitre hasta la Avenida Belgrano en 1944, significó la demolición de la cuadra completa de la Avenida de Mayo, entre las calles Lima y Bernardo de Irigoyen, llevándose, entre otras construcciones, al Teatro Mayo y al Hotel Splendid y provocando una ruptura en la continuidad de la avenida en cuyo cruce se implantó primero una rotonda, luego eliminada y reemplazada por cuatro plazoletas. 

A partir de los años sesenta, la moderna arquitectura contemporánea fue apareciendo en algunos edificios construidos para oficinas, rompiendo la armonía y la homogeneidad que caracterizaba a la avenida.

Con el tiempo, muchos edificios fueron construidos sin ninguna relación ni respeto por el patrimonio arquitectónico. En los últimos años, el Programa de Revitalización de la Avenida de Mayo, producto del Tratado General de Cooperación y Amistad entre los gobiernos de España y Argentina ha corregido significativamente esto buscando recuperar la memoria histórica de la ciudad y su patrimonio. En este proyecto participaron el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y la Comisión Internacional del Quinto Centenario de España.



Pasaje Urquiza Anchorena (Avenida de Mayo 747/Rivadavia 742/50)


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